domingo, 4 de agosto de 2013

El águila, la liebre y el escarabajo

Desde antiguo se atribuyen al griego Esopo (que habría vivido en el siglo VI a. C.) una primitiva colección de fábulas, continuamente reelaboradas por otros autores. He aquí un ejemplo:

Estaba una liebre siendo perseguida por un águila, y viéndose perdida pidió ayuda a un escarabajo, suplicándole que le ayudara.
El escarabajo rogó al águila que perdonara a su amiga. Pero el águila, despreciando la insignificancia del escarabajo, devoró a la liebre en su presencia.
Desde entonces, buscando vengarse, el escarabajo observaba los lugares donde el águila ponía sus huevos, y haciéndolos rodar, los tiraba a tierra. Viéndose el águila echada de cualquier lugar al que fuera, recurrió a Zeus pidiéndole un lugar seguro para depositar sus huevos.
Le ofreció Zeus colocarlos en su regazo, pero el escarabajo, observando la situación, hizo una bolita de estiércol, voló y la dejó caer sobre el regazo de Zeus.
Se levantó entonces Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tiró por tierra los huevos sin darse cuenta. Por eso desde entonces, las águilas no ponen huevos en la época en que salen a volar los escarabajos.
Nunca desprecies lo que parece insignificante, pues no hay ser tan débil que no pueda alcanzarte.

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