Lo he tomado de Cantos
de amor del Antiguo Egipto, traducción de Borja Folch (José J.
De Olañeta, editor), canto séptimo. Los textos proceden de la
traducción francesa que Paule Krieger hizo de la traducción alemana
que el profesor Siegfried Schott realizó a partir de los originales
egipcios de hace tres mil años o más.
Ante tanta trapala,
me he permitido retraducir algún verso a mi gusto
particular.
Siete
días llevo sin ver a mi amada.
Y
sobre mí se abate ya la languidez.
Mi
corazón se hace pesado.
He
olvidado hasta mi vida.
Cuando
los médicos vienen a mi casa,
No
me sanan sus remedios,
Los
magos no hallan solución alguna,
Ni
se desvela mi enfermedad.
Pero
si me dicen: «Mira, ella está
aquí»,
Pronto
vuelvo en mí
Su
nombre es lo que me reconforta.
Las
idas y venidas de su mensajero
Mantienen
eterno a mi corazón.
Mi
amada es para mí el mejor de los remedios,
Para
mí es más que una receta,
Su
venida es mi amuleto,
recobro
la salud cuando la veo.
Cuando
abre los ojos, mi cuerpo de nuevo es joven.
Cuando
habla, me hace fuerte.
Cuando
la tomo en mis brazos, aparta de mí todo mal.
Y
ahora se ha alejado de mí, ya hace siete días.