Del autor de la
mastodóntica Guerra y Paz, León Tolstoi, es esta mínima
historia (pequeña variación de otra tradicional).
Una vez un campesino
fue a robar pepinos a una huerta. En cuanto se deslizó hasta el
sembrado, pensó: «Si
consigo llevarme un saco de pepinos, los venderé y con ese dinero
compraré una gallina. La gallina pondrá huevos, incubará y sacará
muchos pollitos. Criaré los pollitos, los venderé y compraré un
lechoncito. Cuando crezca tendrá una buena cría. La venderé para
comprar una yegua, que, a su vez, me dará potros. Los criaré y los
venderé; después compraré una casa y pondré una huerta. Sembraré
pepinos, pero no permitiré que me roben. Pondré unos guardas muy
severos, para que vigilen. Y, de cuando en cuando, me daré una
vueltecita y les gritaré: ¡Eh,
amigos, vigilad con más atención!».
Sin darse cuenta, el hombre dijo esas palabras, en voz alta.
Los guardas que
vigilaban la huerta se abalanzaron sobre él, y le dieron una buena
paliza.
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