Ambrose Bierce
(1842-1913) periodista y escritor norteamericano, había sido en su
juventud forzudo de feria y luchó en la guerra de secesión.
James Burne Worson
era zapatero, habitante de Leamington, Warwickshire, Inglaterra. Era
propietario de un pequeño local, en uno de esos pasajes que nacen de
la carretera a Warwick. Dentro de su humilde círculo, lo estimaban
hombre honesto, aunque algo dado (como tantos de su clase en los
pueblos ingleses) a la bebida. Cuando se emborrachaba, solía
comprometerse en apuestas insensatas. En una de tales ocasiones,
harto frecuentes, se ufanaba de sus hazañas como corredor y atleta,
lo que tuvo como resultado una competición contra natura. Apostaron
un soberano de oro, y se comprometió a hacer todo el camino a
Coventry corriendo ida y vuelta; se trata de una distancia que supera
las cuarenta millas. Esto fue el 3 de septiembre de 1873. Partió de
inmediato; el hombre con quien había hecho la apuesta -no se
recuerda su nombre-, acompañado por Barham Wise, lencero, y Hamerson
Burns, creo que fotógrafo, lo siguió en su carro o carreta ligera.
Durante varias
millas, Worson anduvo muy bien, a paso regular, sin fatiga aparente,
porque poseía, en verdad, gran poder de resistencia, y no estaba tan
intoxicado como para que tal poder lo traicionara. Los tres hombres,
en su carruaje, lo seguían a escasa distancia, y, ocasionalmente, se
burlaban amistosamente de él o lo estimulaban, según se los imponía
el ánimo. Súbitamente -en plena carretera, a menos de doce yardas
de distancia, y mientras todos lo estaban observando- el hombre
pareció tropezar. No cayó a tierra: desapareció antes de tocarla.
Jamás se halló rastro de él.
Tras permanecer en
el sitio y merodearlo, presa de la irresolución y la incertidumbre,
los tres hombres regresaron a Leamington, narraron su increíble
historia, y fueron, al fin, puestos a buen recaudo. Pero gozaban de
buena reputación, siempre se los había juzgado sinceros, estaban
sobrios en el momento del hecho, y nada conspiró jamás para
desmentir el relato juramentado de su extraordinaria aventura; éste,
no obstante, provocó divisiones de la opinión pública en todo el
Reino Unido. Si tenían algo que ocultar eligieron, por cierto, uno
de los medios más asombrosos que haya escogido jamás un ser humano
en su sano juicio.
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