Se
acaban las vacaciones y se acerca el curso... En estas circunstancias
puede resultar oportuno este poema de Miguel D'Ors, que publicó en
su libro La música extremada (1991)
Quién fuera un
yanomani:
desnudo e inocente,
viviría
fuera de calendarios
y mentiras,
en paz con los
vecinos y las lluvias,
los dioses y mi
cuerpo. Mis únicas costumbres
serían los espesos
follajes goteantes
traspasados por
cantos de colores vivísimos
rápidos como
flechas.
No envidiaría, no
consumiría,
nadie me robaría.
En una estera
tejida con cortezas
fecundaría a mi
fiel india bajo
la mirada propicia
de los astros.
Pero —nada es
perfecto— ninguna de esas cosas
tendría para mí el
menor atractivo.
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