¿Ya
has leído La Isla del Tesoro? Stevenson logró la mejor
novela de piratas de la historia. Pues mucho después John Lennon
(sí, el de Los Beatles) perpetró este curioso resumen, del
que desconozco su habilidoso traductor.
En una pequeña
taberna costera de Bristrot hay una andrajosa clientela de andrajos
en multitud, comiendo, bebiendo y alegrándose (antes de levar anclas
en brusca de un gran tesobo en una rebota isla allende los bares).
–Vuelas y saltas,
arregles compañeros –dice John Saliver el Ancho al entrar. Se
acerca hojeando a algún viejo marinecios con el que ha surpado lo
siente mares.
–¿Dónde está el
toro que siempre llevas en el hombro, Ancho John? –pregunta el
Ciego Jud alzando la vista.
–A ti qué te
imposta –responde John el Ancho–. Y por cierto, ¿dónde de moños
está tu bastón blanco?
–¿Cómo iba a
mirar de saberlo? ¿No lo ves que no veo?
De pronto, el
Pequeño Jack Hawkins entra sigilosamente desapercibismo con una
cornisa boba en la cara.
–Ja ja aa aaar
Jack muchacho –dice John el Ancho con su típico tono marítono.
Poco después se
dirimían hacia el puerco con el capitán Somelette y el Caballero
Telahundy. Aquella misma mañana se embarcaron seguidos de una amable
brisa.
John el Ancho empezó
a mirar a Jack como a un hijo o algo así, pues todo el rato lo
estrechaba y le decía «Ja jaaaar», sobre todo con el toro en el
hongo. Sin embargo un día en que el Pequeño Jack Hawkins se había
situado en una borrica de manazas, holló como John el Ancho y otros
marinecios planetaban un mohín contra el capitán.
–Tierra a la bizca
–grita una voz desde el tope de mensana–. ¡Tierra a la bizca y
todo bien!
Y así era, sí
señor: una pequeña elsa de asombrados prados contra el horinoco con
sus paimenas y sus cucos.
«No me sorprendería
que hubiera un viejo barbudo saldando de roca en roca», pensó
Disraeli Hands, que había visto la peli. Y allí estaba.
La primera chulapa a
tierra contenía al Ancho John Saliver, el Pequeño Jack y varios
más, confusos a la vista en número y sudor. En cualquier caso,
desembarcaron en la elsa y un viejo chiflado aparece de pronto
chillando a gritos que se llama Ben Gunnza y se ha pasado años
bizcando el tesoro porque el viejo y cruel del capital Flint le puso
al Berro Negro detrás y ya se sabe lo que pasa con un berro negro.
Así es que tras
unas cuantas estacadas y eso se hacen otra vez a la mar hacia
Bristrot, donde les detienen su desarrollo y Jack Hawkins se
convierte finamente en un enano de 32 años y el Ancho John Saliver
se ve obligado a pagar una nueva pata de palo porque se la habían
echado a la chimenestra en la elsa. Ben Gunnza acaba siendo un joven
en la plenitud de poderes mientras que Tom, el gato fiel, regresa a
Newcastie.
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