Borges
atribuye este breve cuento a un tal George Loring Frost, que lo
habría publicado en un libro titulado Memorabilia. A pesar de
lo incierto de su existencia (tanto como la de su personaje), debemos
reconocer que el relato hace honor al apellido del supuesto autor.
Al caer de la tarde,
dos desconocidos se encuentran en los oscuros corredores de una
galería de cuadros. Con un ligero escalofrío, uno de ellos dijo:
—Este lugar es
siniestro. ¿Usted cree en fantasmas?
—Yo no —respondió
el otro— ¿Y usted?
—Yo sí —dijo el
primero y desapareció.
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